¿Cómo afecta el uso de las RRSS en el comportamiento de los escolares?

¿Qué es una red social?
Técnicamente son “comunidades” de personas u organizaciones que se relacionan por medio de plataformas de internet. Desde este prisma, una red social es un grupo de personas que usan un programa (software) para mantener contacto, y eso se hace digitalmente por internet.
Hace años los jóvenes quedaban en la plaza del pueblo, compartían sus vivencias y generaban así relaciones sociales. Hoy, plataformas como Twitter, Instagram, Tik Tok, YouTube o Facebook se han convertido en una alternativa para ese encuentro personal, llegando en ocasiones a ser un sustituto de ello.
¿Quién le pone barreras al mar? Todos sabemos que la edad recomendada para Instagram, Tik Tok o Twitter son los 13 años, 14 si hablamos de Facebook o YouTube, pero muchos niños las utilizan. En los últimos 15 años se han convertido en una potente herramienta de comunicación y en un sustituto para aquellas reuniones sociales de hace 40 años en la calle. Luchar contra ello es como imaginarnos a un grupo de monjes copistas luchando contra la imprenta de Gutenberg. Las plataformas de hoy no serán como la imprenta, pero la revolución no es Facebook, sino una nueva forma de relacionarnos con nuestro entorno, y la escuela, per se, está obligada a preparar a los alumnos a relacionarse con su entorno.

Podemos ser de los que entran a la farmacia cojeando para comprar una tirita por culpa de la rozadura del nuevo zapato llamado red social, o podemos ser de los que llevan una tirita a mano por si acaso. Nuestra tirita a mano debe empezar pronto, evitando las pantallas apaganiños, ya que darle el móvil, tablet o consola para que no moleste no es una solución a corto plazo, sino un problema futuro en la adolescencia. Usar pantallas apaganiños no implica que usen con malos fines. Existen muchísimos contenidos educativos en redes sociales como YouTube, y es bueno que los trabajemos con nuestros hijos, en compañía y junto a ellos. Hay un gran número de docentes que elaboran contenidos educativos y los suben a redes sociales, y el motivo por el que lo hacen es para que las familias puedan hacer uso de ellos, y que los alumnos descubran que también se pueden trabajar contenidos de clase en esas redes.
Hay docentes que elaboran propuestas de fotografías matemáticas en Instagram, como Lluís Bonet, docentes que elaboran propuestas de Tweets sobre Historia, en las que se debe narrar un hecho histórico en sólo 280 caracteres, algo que me parece maravilloso, o incluso propuestas como la de Carlos Maxi que enseña matemáticas con vídeos de Tik Tok.

Pero ¿y los diques de contención #valoresdigitales? No podemos olvidarnos de lo que hace Venecia, necesitamos, desde bien pequeños, con 9 años, concienciarles que no todo el mundo es quien dice ser, que al igual que en Among Us existen impostores, pero que en el mundo digital son reales y podemos evitarlos estableciendo normas de uso, aceptando sólo a quien realmente conocemos en la vida real como amigo, limitando nuestro tiempo de uso a las redes sociales, comprendiendo que al igual que no invitamos a casa a un desconocido tampoco dejamos que un desconocido pueda ver nuestra identidad digital, fotos o datos que nos comprometen a nosotros o a nuestro entorno.
Los niños no son nativos digitales, un bebé no nace publicando su foto en Instagram, la publican sus padres. Los niños, mediante el aprendizaje vicario y el ensaño error aprenden a utilizar esas herramientas, pero debemos ser nosotros como adultos los que les enseñemos a ello, les enseñemos las reglas de uso, lo que es correcto y lo que no, lo que se puede decir y lo que es mejor callar. Las edades recomendadas para el uso de esas aplicaciones se establecen porque se presume que en ese momento el alumno dispone de la “madurez” para saber usarlas, pero esa madurez se alcanza no a los 13 o 14 años, sino cuando alguien se lo enseña, y ejerce como modelo positivo en el uso de redes sociales. Por tanto los docentes “influencers” y las familias son los que deben ejercer como modelos de buen hacer ante los menores.
Otro dique que debemos establecer es el tiempo de uso, un uso inapropiado y prolongado deriva en alumnos estresados, genera ansiedad y dependencia. Hay un riesgo real de obsesión y se pueden generar problemas psicológicos serios. En ese caso siempre debemos acudir a un especialista. Es fundamental no construir un mundo imaginario en torno a números, likes, seguidores, etc. El entorno social virtual es bueno si va asociado al entorno social real, si tus seguidores son las personas que conoces de verdad, que ves físicamente cada cierto tiempo, y si en vez de buscar likes buscar sonrisas en esas personas a las que conoces. Eso es humanizar las redes sociales, poniéndoles rostro de verdad, y otorgando un sentido a la propia red social, el sentido de recordar lo vivido para volver a vernos y vivir algo nuevo, pero con quien sí conocemos en persona y hemos compartido experiencias, no con alguien desconocido.
¿Y los juegos? Cada vez más vemos que los juegos online utilizan herramientas de las redes sociales para tener éxito comercial. De esa forma Fortnite, Among Us y otras opciones ganan adeptos. Existen propuestas pedagógicas muy interesantes, como Fortnite EF o Among US EF de Víctor Arufe, en las que utilizando elementos del juego virtual se crean experiencias de aprendizaje real sin pantallas, y que además generan hábitos necesarios y mejoran la socialización. El juego online, debemos limitarlo, establecer horarios, y especialmente estar los adultos presentes para enseñar las pautas correctas y los riesgos que existen. #mediaciónparental

¿Y tú? ¿Cuáles son tus propuestas para este importante dique de contención? Dejános tu opinión o tus dudas en los comentarios y suscríbete a nuestro blog.
Sobre nuestro autor:

Maestro del Colegio San Enrique, Quart de Poblet, Valencia
Finalista Mejor docente de España, Premios Educa Abanca 2018 y 2019
Premio Grandes Iniciativas en Motivación y éxito 2020
Premio Aprendizaje-Servicio 2020